Mucho se habla últimamente de las técnicas arriesgadas y provocadoras de los publicistas. También se dice que han tenido que llegar a este extremo porque el colapso de imágenes ha llevado a los consumidores a la más absoluta indiferencia. ¿Acaso no se dan cuenta de que los únicos culpables de dicha saturación gráfica son ellos mismos? ¿De verdad creían que nos íbamos a tragar la interminable retahíla de anuncios que nos cuelan en cada pausa publicitaria? Es más, está demostrado que aunque nos quedáramos apalancados en el sofá en lugar de planchar toda una colada o fregar los platos de la cena no retendríamos más de 4 anuncios (de los cuales nos podemos haber quedado con la marca o no). Por eso últimamente abundan tanto esas pausas con el relojito que indica 30 segundos, porque por 30 segundos sí te quedas y sí ves el anuncio en cuestión.
Todo empezó con el estilo de anuncio de cuando éramos niños, se centraba en el producto, en sus características, su precio, su calidad. Más tarde esto ya no bastaba, y se añadió a los anuncios un punto ingenioso. Ya no se vendía un producto, se vendía una historia, una anécdota, un chiste o una tragedia, algo que "enganchara". Se ha llegado incluso al punto de que ni siquiera se nombran las características que diferencian a un producto de los demás. Y para muestra un botón, ¿a quién le importa la potencia o el sistema de seguridad de este vehículo sabiendo que puede almacenar 7.500 canciones?
Y ahora entramos en una nueva fase en la que se diferencian dos tendencias: una nos anuncia el anuncio, es decir, nos informa de que tal día se conocerá lo nuevo de tal marca o de tal otra (a través de un anuncio, claro). La otra tendencia aboga por destacar como sea, incluso utilizando técnicas políticamente incorrectas, o por lo menos discutibles. Y si ni siquiera aparece el producto anunciado y es el espectador el que debe investigar por su cuenta, mejor. Ved sinó este otro anuncio, no tengo ni idea de lo que pretende vender pero os aseguro que no tiene desperdicio. Lo más fuerte es que hay hombres que se han creído eso de que alquilan esposas, ¡acabáramos!
Por último terminaré diciendo que me encantaría pensar que algún día el "fracaso" de la publicidad se deberá a un desarrollo crítico de la opinión de los individuos que permita frenar la ansiedad consumista que nos invade. Preguntaos esto: si algo viejo os funciona, ¿por qué lo cambiáis por un nuevo objeto que tiene exactamente la misma funcionalidad? Un buen libro para encontrar respuesta es 13,99, de Frédéric Beigbeder, si lo leéis ya no veréis el mundo con los mismos ojos.
Y todo esto lo digo yo que estudio diseño gráfico y que disfruto analizando cada detalle de la publicidad que nos rodea.
lou
sábado, 14 de abril de 2007
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4 comentarios:
Lou entra en esta página:
http://www.thecoolhunter.net/ads/WASH-YOUR-HANDS-DUDE/
Estoy contigo,si algo funciona no veo porque cambiarlo. ¿Sabes que alguien me hablo del libro que comentas y que siempre lo anduve buscando y no me acordaba del título? Joder, tienes la información que necesito y no me la dices!!! juas juas juas
Petó!
Jajajaja! Pues ahora ya lo sabes! Me ha encantado la página, salen campañas geniales!!! Me he reído mucho con la de los vasos sonrientes.
Un besazo!!!
Con respecto al segundo anuncio era evidente que saltaria la polémica. En Bélgica (domicilio de la empresa publicitaria) ya ha reclamado la supresión del anuncio (ver El Periódico dia 18/04/07); parece que se trata de una empresa de suministros de DVD.
Gracias por la información anónimo!
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